Hola a tod@s!! Hoy os queremos hablar de dos tipos de ciberacoso más relacionados con la temática de este blog.
Por un lado, podemos encontrar el grooming. El grooming implica a una persona adulta, la cual se pone en contacto con un niño, niña o adolescente, haciéndose pasar por un menor, con el fin de ir poco a poco ganándose su confianza e involucrarle en actividades sexuales. Lo que intenta el acosador es ir aislando poco a poco a la víctima desprendiéndola de su red de apoyo, la cual pueden ser familiares, amigos… y generando una atmosfera de intimidad y secretismo.
Esta práctica tiene diferentes grados de peligrosidad, ya que solamente puede ser mantener conversaciones sobre sexo, conseguir algún tipo de material íntimo (como pueden ser fotografías o videos) hasta llegar a producirse un encuentro sexual.
Es algo más común de lo que se cree ya que un 20% de personas afirma haberlo sufrido durante su infancia/adolescencia, siendo la edad media en la que se sufre esta violencia los 15 años.
Y por otro lado, tenemos el happy slapping, el cual consiste en la grabación de una agresión física, verbal o sexual y su difusión online mediante las tecnologías digitales. Lo más común es que esta violencia se difunda por alguna red social, pudiendo llegar a hacerse viral.
La persona que graba esta agresión, la cual puede ser ocasional o planificada, piensa que mostrar este contenido en internet puede llegar a ser divertido y así hacerse popular.
Alrededor de 76.643 jóvenes en España sufrieron happy slapping durante su infancia. La edad media es a los 14 años y la persona que suele causar la violencia suele ser un igual (compañero o amigo del colegio), aunque también destacan otras personas responsables, como pueden ser exparejas o familiares.
Ambos tipos de acoso tienen consecuencias graves para la víctima. Por un lado, se pueden producir daños psicológicos, en los que destaca la depresión infantil, descenso de la autoestima, desconfianza, cambios de humor repentinos y bruscos, bajo rendimiento académico,aislamiento, alteraciones del sueño y de la alimentación, ideas e intentos de suicidio etc. También se pueden producir daños físicos en la víctima, como pueden ser heridas, traumatismos derivados de los actos sufridos etc.
Y por último, se pueden producir deterioros en el entorno de la víctima a nivel familiar, produciéndose la falta de relaciones y/o comunicación, chantajes a los familiares por parte del acosador etc. Todo esto hace, que después de la agresión, el daño siga persistiendo.
Por estos motivos es importante la prevención, y para ello es necesario tener una buena comunicación y una buena educación afectivo-sexual segura y responsable; además es importante que el círculo más cercano apoye a los menores y no les culpe.
Para finalizar, os dejamos a continuación un video para mostrar cómo afecta este tipo de acoso a la víctima: video.
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